jueves, 23 de febrero de 2012

Programa del gobierno de EEUU inyectó plutonio en secreto a estadounidenses

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Traducción por Ivana Cardinale para Patria Grande

23 de febrero de 2012.- Los horrores de la era nuclear, en términos de explotar reactores y bombas nucleares, son bien conocidos. Detrás de la muy bien pubicitada amenaza de muerte masiva se oculta un secreto de la historia de proyectos nucleares siendo utilizados para destruir a individuos. A finales de la década de los 40, ciudadanos de EE. UU. fueron inyectados con plutonio sin su conocimiento.

A principios de 1945, Ebb Cade, un trabajador de la Planta Nuclear Oak Ridge, tuvo un accidente de auto. Él sobrevivió pero estuvo atado a una cama con un brazo y una pierna rota. Cuando los doctores lo entrevistaron, ellos afirmaron que el afroamericano de cincuenta y tres años estaba perfectamente saludable, comiendo y bebiendo bien, y no tenía historial de serias enfermedades. Y así, habiendo obtenido a un sujeto saludable, el 10 de abril sus doctores secretamente le inyectaron 4.7 microgramos de plutonio. Quién exactamente ordenó la inyección y quién exactamente la administró, nunca ha sido determinado, con los más probables candidatos contradiciéndose uno al otro.

Lo que es cierto es que ninguno administró la dosis para la salud del hombre. Aunque el radio seguía siendo considerado por las empresas sin escrúpulos como un tónico para la salud de las masas, a bastantes personas les ha dado cáncer y enfermedades por la radiación. Desde el comienzo del Proyecto Manhattan, pruebas se han realizado para observar cómo los isótopos de plutonio afectan a los seres vivos. Animales han sido alimentados e inyectados con el elemento, y los problemas de salud subsiguientes fueron notados. Cuando un científico que trabaja en la separación de isótopos de plutonio llegaba con la cara llena de gas, su estómago era bombeado, para sacar cualquier plutonio que se había tragado, y su rostro era completamente cepillado.

Durante los próximos cinco días luego de la inyección, los doctores recogían cualquier excreción de Ebb Cade para ver cuánto plutonio se había movido al tejido óseo. Quince de sus dientes habían sido extraídos y se tomaron muestras de plutonio también. Cade nunca fue informado acerca de las razones de todo esto, pero pudo tener una idea de lo que le estaba pasando. Según un relato, una mañana, una enfermera abrió la puerta para encontrar que había huido durante la noche. Cade murió en 1953, de insuficiencia cardíaca. Él fue la primera persona en ser inyectada con plutonio en EE. UU., pero no la última.

Los próximos tres inyectados eran pacientes que sufrían de cáncer que habían ido para un tratamiento al Hospital Billings en Chicago. Desde abril hasta diciembre, un hombre en sus sesenta años que sufría de cáncer en los pulmones, una mujer en sus cincuenta que sufría de cáncer de mama y un joven que sufría del linfoma de Hodgkin fueron inyectados. No se sabe mucho del tercer paciente. No fue mencionado en muchos informes oficiales, tampoco se sabe la fecha de su muerte. Lo que se sabe es que él fue inyectado con 95 microgramos de plutonio, aproximadamente quince veces más de lo que nadie antes había sido inyectado.

La Universidad de Rochester también se convirtió en la próxima instalación para comenzar a inyectar plutonio, como también otros isótopos radiactivos, incluyendo polonio y uranio. El director del programa en la universidad escribió que casi todos los pacientes tenían diagnósticos que significaban que era poco probable que vivieran por más de cinco años. Aunque es verdad que muchos pacientes tenían serias enfermedades, muchos tenían enfermedades que les permitían más de diez años de vida, tres todavía vivían cuando las investigaciones de las inyecciones de plutonio se iniciaron en 1974, y uno fue totalmente mal diagnosticado.

Investigadores en la Universidad de California también formaron parte en esos experimentos. En mayo de 1945, Albert Stevens vino por un tratamiento para su cáncer de estómago. Se le inyectó plutonio. Luego de la inyección, se encontró que el cáncer era realmente una úlcera. Cuando Stevens pensó en alejarse, se le ofreció un estipendio para quedarse en el área, para que el laboratorio pudiese continuar tomándole muestras para radiación, pero nunca se le dijo sobre la inyección. En abril de 1946, Simeon Shaw, un niño de cuatro años que sufría de cáncer en los huesos fue el próximo sujeto de prueba. A sus padres, que lo trajeron desde Australia para un tratamiento en EE. UU., se les dijo que la inyección, y una posterior eliminación de parte del tejido óseo, era parte de su tratamiento de cáncer. Cuando se puso más enfermo, sus padres lo llevaron de regreso a Australia donde murió. No fue hasta después de 30 años que ellos se enteraron qué fue lo que realmente le inyectaron a su hijo.

En diciembre de 1946, el Proyecto Manhattan ordenó una suspensión de la inyección de materiales radiactivos a seres humanos, momento en el que la Comisión de Energía Atómica se hizo cargo. En abril de 1947, posiblemente en respuesta a los juicios de Nuremberg en cuanto a la experimentación humana, se recomendó que se le diga a los pacientes que serían inyectados con una “nueva sustancia” ” y que “nadie sabía lo que hacía”, sino que podría inhibir el crecimiento del cáncer. Los juicios continuaron. Un hombre de 36 años de edad de nombre Elmer Allen fue inyectado y su pierna izquierda fue amputada poco después.

Aunque las inyecciones fueron suspendidas a finales de 1947, estudios de seguimiento, incluyendo el retiro de tejido óseo y monitoreo de excreción se llevaron a cabo a principios de la década de los 50. Algunos de los 18 pacientes conocidos inyectados con plutonio murieron y realmente fueron exhumados para realizar más pruebas. Todavía se le dijo a sus familias que habían recibido una mezcla desconocida de isótopos solamente para tratamiento médico. No fue hasta la década de los 70 que una completa investigación se llevó a cabo. Pacientes sobrevivientes fueron informados, familias de los fallecidos fueron interrogados y eventualmente informados. Solo un paciente sobreviviente nunca supo lo que le ocurrió. Sus actuales doctores piensan que su estado emocional es muy frágil para decirle sobre las inyecciones.

El último sobreviviente de los experimentos de plutonio fue Elmer Allen, el hombre cuya pierna fue amputada luego de su inyección. Cuando los doctores revisaron sus notas, encontraron que su pronóstico, al principio era muy buena, y que se consideraba probable que el entonces hombre de treinta y seis años de edad, viviría más de diez años. Allen murió en 1991.


http://www.aporrea.org/internacionales/n199438.html